El alma no hace pactos

EL DOLOR NO SE GESTIONA, SE LIBERA

La mayor parte de la gente aparenta ser feliz, porque eso es lo que vendemos a la sociedad. Yo hoy he tenido uno de esos momentos en los que el cuerpo me pide marcha y el corazón me pide que diga lo que siento. Se me acaban las ganas de postureo. No tengo yo tanto interés por ser políticamente correcta y a veces desde el fondo de mi espíritu, necesito desfogarme y dejar salir muchas de las cosas que he encapsulado en lo mas profundo de mi esencia a lo largo de los años. Luego se enquistan y cuando están escondidas, tanto que no las recuerdo, empiezan a doler mas que nunca.

Es un momento mio, compartido con vosotros, porque no solo de información médica vive el hombre y de vez en cuando debemos dar alas a la imaginación y dejar a las manos crear lo que el cerebro solo no se atreve a decir. Mis manos os cuentan lo más recóndito de mis pensamientos. HOY TOCA DESNUDAR EL ALMA.

Cristales en el alma

Entrar en mi mente debe ser peculiar, visto desde la perspectiva de alguien sano. Sano física y mentalmente. Yo no estoy “bien de salud”. Soy enferma por que el mundo me hizo así. Soy enferma de cuerpo, alma y corazón. Escucho a la gente quejarse, es más, yo me quejo. No es justo. Tenemos una vida repleta de cosas – y de problemas, es cierto- pero repleta y nos quejamos. Si has vivido en esos lugares del mundo donde el plato de cada comida es un lujo solo para ricos, donde se da gaseosa a los niños porque les llena la tripa y es más barata que la leche; sólo si has vivido en esos lugares sabes que te quejas de vicio. Yo al menos lo hago. Me quejo por rutina. El dolor, afincado en mi cuerpo, es tan familiar que ya no sé ni por que me quejo. ¡¡¡NOOOO!!! No digo que no me duela. Digo que me acostumbro.

En mi mente más que en mi cuerpo, la mar está revuelta. Las cosas no sólo duelen, las heridas supuran y sangran y no se como cerrarlas. ¿Cómo curar la herida si no llegas a tocarla?. Tengo el cerebro herido y el alma escarmentada. No tengo ganas de abrirme para que me den la espalda. El papel soporta todo y aquí puedo descargarla. La maleta de dolores, recuerdos y penas del alma.

¿Cuál es la pena del alma que tanto escuece y amarga? No aceptarme en el espejo, no reconocerme en nada. Soy reflejo del reflejo de algo que no me gustaba. La aceptación es un reto y no logro alcanzarla. ¿O sí? ya no lo recuerdo. Tengo dormida el alma. Los momentos van cediendo paso a la esperanza, pero no se si creerlos cuando empiezan a llamarla.

Los complejos, las vergüenzas, la culpa y desesperanza han sido mis compañeros en esta larga batalla. Soy de muchas cortas palabras, ojala fuera tan fácil decirlas como expresarlas. He de reconocer que yo expreso en una hoja en blanco,no en charlas. He de recordar que estas letras nadie tiene que curarlas. Ellas se curan al verlas, porque las conoce él que habla. Yo no me curo pero ellas, me van cicatrizando el alma.

Este destrozo de vida, esta tristeza de mi alma, estos sinsabores fríos forman lo que soy, mi aura. Pero en el fondo del pozo, desde donde veo el alba, siento que tras tanto rastrojo aun hay una esperanza. Algún día si no duele, cuando se calme la yaga podre respirar tranquila, podre recuperar mi alma.

Cuando esbozo los trazos primeros de un texto, porque escribir es como pintar con palabras, me siento Lorca o Quevedo. Es curioso como la prosa se convierte en verso. Las palabras que no nacieron para ser cantadas, se convierten con un quiebro en lírica para baladas.

Pero el dolor sigue cerca, este dolor que atenaza, que va más allá del cielo y amenaza a la esperanza.

Como veréis yo también tengo tribulaciones y desesperanzas y miedos y dolores y no me siento siempre eufórica. Soy mortal de carne y hueso, con más defectos que pelos tengo en la cabeza y a veces, cuando el cielo está encapotado y mi cerebro nublado, también tengo la necesidad de cantar mis dolores y mis dudas a los cuatro vientos.

Y RECORDAD: LAS PALABRAS SANAN CUANDO SALEN DEL ALMA

 

 

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