Congela la tentación (5ª parte)

5 CONSEJOS PARA BAJAR LAS CALORÍAS DIARIAS Y OTRAS COSAS

La dieta puede ser algo doloroso, pasamos la vida controlando las cantidades, las raciones y el estrés se nos acumula en la boca del estómago. Pasan las semanas y llega un momento en el que perdemos de vista el objetivo. Estamos desesperados, agobiados y nos importa poco si cogemos o perdemos peso. La presión es tanta que no sabemos si seguir o dejarlo. En ese momento se rompe la cuerda, perdemos los estribos y empezamos a comer sin control. Luego la culpa se hace insoportable, nos juzgamos, nos sentimos fatal con nosotros mismos y acabamos pagando la frustración con la comida. De repente hemos entrado en el circulo vicioso del que tanto nos cuesta salir.

Cambiemos la forma de ver “la dieta”, empecemos a ver la comida como un medio para alcanzar un fin y no permitamos que las restricciones nos hagan sentirnos atados y angustiados. COMER SANO NO ES UNA TORTURA, ES UNA FORMA DE VIDA.

  • No peses la comida. ¡Sí! se que voy a poner en mi contra a la mitad de los nutricionistas del universo, pero para mí, medir todo lo que como, es una tortura china. Paso de pesar las patatas, la pasta o el pollo que como. No me lo permiten mis nervios. Me siento como un preso con horarios de paseo. Es más, en casa no usamos la bascula de cocina, si no es para hacer repostería. Odio Pesar La Comida. Alguien muy sabio me dijo un día que pusiera la comida en plato de postre y comiera muchas veces al día (de 5 a 6) pero que no pesase nada. Lo único que controlo es el pan (siempre me pongo tres dedos de pan para cada comida). El resto de los alimentos pongo lo que cabe en mi platito, priorizando la proteína (carnes y pescados) sobre hidratos de carbono (harinas, pastas arroz y azúcares) y acordándome de comer frutas y verduras a diario.

  • No sientas remordimientos, ¡perdónate!. Que triste es vivir enfadado con uno mismo. Se ha acabado esa sensación de rencor que sentimos hacia nosotros mismos cada vez que nos pasamos comiendo. Uno puede cometer un error, somos todos humanos. NO PODEMOS AGREDIRNOS PSICOLÓGICAMENTE SI NOS COMEMOS UNA GALLETA. ¡Basta Ya!. Somos nuestro peor juez. Cuando comemos algo fuera de lo normal, debemos aceptar que un día malo lo tiene cualquiera. Ese no es motivo para descontrolar el resto del día. Borrón y cuenta nueva. Seguimos con nuestra comida saludable, como si no hubiera pasado nada. Sin remordimientos ni culpa. No somos perfectos y no tenemos que pegarnos de latigazos cada vez que demos un paso fuera del camino. Después de una sesión de culpa infinita, suele venir otro atracón de comida. Así pues, te perdonas y sigues el camino, para evitar caer tan hondo que recuperarte sea casi imposible.

  • No te peses a diario. La báscula es un arma de doble filo. Nos aterra usarla antes de empezar a cuidarnos y luego se convierte en una obsesión. Si no eres capaz de controlarlo y necesitas pesarte a diario (incluso varias veces al día) esconde la bascula o tírala. El peso debe realizarse como máximo una vez por semana y si es posible cada dos semanas. Siempre el mismo día, en ayunas y a ser posible desnudo, para que no haya oscilaciones por la  ropa. Obviamente, es más cómodo hacerlo en casa (en la farmacia no llevan bien lo que te desnudes para pesarte), pero si tu obsesión es muy grande y no tienes báscula, pésate siempre con la misma ropa o similar. Así tendrás un peso más ajustado a la realidad. También hay que pensar que determinadas épocas del año implican más retención de líquidos (en verano con el calor), por lo que habrá una oscilación en el peso y para las mujeres el periodo puede suponer hasta 1’5 kg por encima del peso real. Date un margen de 2 kg arriba o abajo de tu peso normal. Es una oscilación razonable y cuando superes ese margen es el momento de reajustar la dieta.

  • Come despacio. Hay más de un motivo para este consejo. En principio, cuando comemos despacio damos tiempo al estómago, para que note que está lleno y envíe la información al cerebro y esa información es procesada por lo que el cerebro nos hace sentir saciados. Esto nos permite comer menos cantidad y sentirnos satisfechos. También tenemos que masticar bien, para facilitar la digestión y que no se ralentice. Si el estómago tiene menos trabajo – porque ya lo hemos realizado nosotros masticando bien – la digestión es rápida y el cuerpo tiene menos tiempo de absorber las grasas. Además cuando masticamos mucho, nos cansamos de comer y paramos antes.

  • Nunca comas nervioso, triste o enfadado. Lo primero que hay que tener en cuenta es que puede que la comida nos siente mal si comemos en un estado alterado de nervios. Además, cuando uno está más nervioso de lo normal, come con mayor rapidez, por lo que la información de que estamos llenos llegará al cerebro cuando hayamos comido demasiado. Es un mal momento para comer. Mejor espera a estar calmado para comer.

NO TE SIENTAS MAL CUANDO UN DÍA CAES EN LA TENTACIÓN, SÓLO VUELVE AL CAMINO SALUDABLE

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